domingo, 3 de julio de 2011

Cáceres, Patrimonio de la Humanidad

Cáceres se despereza con los primeros rayos del sol cuando salimos del hotel con dirección a la Plaza Mayor que, como pudimos comprobar la noche anterior, se encuentra completamente vallada mientras los obreros apuran los últimos retoques previos a su inauguración. Más tarde nos enteraremos de que, por apenas un par de días, nos hemos perdido la imagen espectacular que se puede tomar del casco histórico desde ésta. Una verdadera lástima.

La primera parada de nuestro recorrido es la Torre de Bujaco que, junto a la ermita de la Paz, preside la Plaza Mayor y guarda la entrada a la Ciudad Vieja a través del Arco de la Estrella. De construcción árabe, sus veinticinco metros se encuentran coronados por almenas y presenta matacanes en tres de sus cuatro lados, completando su perímetro el pequeño balcón de los Fueros. Su nombre, cuentan, hace honor al califa Abu Yaqub, que asedió la ciudad en el siglo XII y tomó la torre aunque no es la única versión que existe y, por tanto, no puede considerarse como cierta al cien por cien.

Cruzando el Arco de la Estrella y continuando por la calle del mismo nombre llegamos a la Plaza de Santa María, que acoge la concatedral así como la sede del Palacio Episcopal y el palacio de Mayoralgo.

Un cartel anuncia visitas guiadas al conjunto monumental y como no hay mejor forma de conocer y recorrer éste que con alguien que te enseñe y cuente el porqué de las cosas decidimos contratarla. Todavía tenemos unos minutos hasta que comience por lo que aprovechamos para visitar el interior de la concatedral, que además alberga en su sacristía el Museo de la Concatedral. En el exterior destaca su doble portada gótica, la del Evangelio frente al Palacio Episcopal y la principal, junto a la que llama la atención la figura de San Pedro de Alcántara en la esquina. La tradición cuenta que hay que besar los pies para que el beato te ampare lo que explica el evidente desgaste de éstos en la estatua.

Volvemos a la Plaza de Sta.María junto a la Casa de los Ovando, punto de partida de la visita guiada con la cual tengo que reconocer que no acabamos excesivamente satisfechos aunque al menos nos sirvió para realizar un recorrido más o menos organizado y conocer algún chascarrillo sobre la Historia cacereña.

De camino a la Plaza de San Jorge, patrón de la ciudad, pasamos ante el Palacio de los Golfines de Abajo. Casa noble de la familia Golfín -instalada en Cáceres tras la reconquista- presenta un claro aspecto bélico representado en su torre del homenaje la cual todavía conserva el matacán aunque no sus almenas ya que, por decreto real fueron desmochadas (eliminadas) para que el palacio perdiera su carácter defensivo.
Ya en la plaza nos sorprende el animado aspecto que presenta, llena de grupos de jóvenes turistas y niños de colegios de la zona participando en lo que parece una gincana histórico-cultural, lo que hace que nuestro guía pierda los nervios en alguna ocasión. Lo más destacable, al menos a ojos aragoneses como los nuestros, es la figura del santo patrón montado a caballo que preside la plaza a los pies de la Iglesia de San Francisco Javier -de estilo barroco- que destaca por el color blanco de sus dos torres.

Continuamos calle Compañía arriba hasta llegar a los pies de la Casa de los Cáceres-Ovando, o también conocida como Palacio de las Cigüeñas por el gran número de estos animales que en su torre anidaban. Esta altísima torre es, precisamente, la única no desmochada del recinto histórico y que por tanto mantiene sus almenas. Tal privilegio se debe a la lealtad mostrada por la familia a la que acabaría siendo reina, Isabel la Católica, durante la disputa del trono de Castilla. Reformado a mediados del siglo XX, acoge actualmente la sede del gobierno militar.

Algo más arriba, presidiendo la plaza a la que da nombre, encontramos el Palacio de las Veletas. Originario del siglo XV es uno de los más pintorescos y originales del conjunto histórico cacereño y se encuentra construido sobre el antiguo alcázar almohade del que conserva incluso su aljibe, excavado en roca natural. Sus increíbles dimensiones y los espectaculares arcos de herradura lo convierten en uno de los aljibes más grandes de Europa y del mundo de estas características. En la fachada del palacio, destacan las gárgolas y pináculos de cerámica verde y blanca donde se encontraban las veletas que dieron su nombre al edificio. Actualmente el edificio alberga en su interior (además del aljibe) el Museo de Cáceres, de acceso gratuito y que bien merece una visita.

Con el Palacio de las Veletas y su impresionante aljibe concluye nuestro recorrido al llegar nuevamente a la Plaza de Santa María. Aún no son horas para comer, por lo que aprovechamos para visitar una exposición temporal de Andy Warhol que se exhibe en la Casa de los Becerra.

Volvemos a salir extra muros para ir al restaurante Casa Mijhaeli, que además se encuentra cerca de nuestro hotel. La elección no puede resultar más adecuada. Nos llama la atención su anuncio como “cocina del mundo” y la verdad es que no defraudó. Si además eres vegetarian@, aquí encontrarás unas cuantas sugerencias que harán que te marches de Cáceres con un gran sabor de boca.

Tras la espectacular comida volvemos a entrar en el recinto amurallado para visitar, con más detalle, el Museo de Cáceres y de paso sacar alguna foto más ya que durante la visita guiada no puedes detenerte por mucho tiempo si no quieres perder el hilo. Concluido nuestro segundo recorrido por el casco histórico y con la memoria de la cámara bien cargada decidimos volver al hotel para reposar un poquito antes de la cena.

Mañana es día de viaje y no conviene trasnochar así que tras una cena ligera y un té en la tetería del Arabia Riad (Plaza Mayor) nos marchamos a la habitación para cerrar las maletas y descansar antes de afrontar nuestro próximo destino: Trujillo.

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