Todavía no son las nueve de la mañana cuando terminamos de cargar las maletas y nos despedimos del que ha sido nuestro ‘campamento base’ durante los dos primeros días en tierras extremeñas. Hoy dormiremos ya en Cáceres aunque antes de llegar a la capital de la provincia homónima nos espera una pequeña ruta por la vecina Comarca de la Vera.
Garganta la Olla , con sus calles empedradas y de aspecto medieval, cuenta con apenas un millar de habitantes y ofrece a estas prontas horas de la mañana una agradable sensación de tranquilidad al pasear por ellas. Su nombre, como podéis imaginar, deriva de la orografía de la zona ya que se encuentra entre las gargantas naturales Mayor y San Blas.
La temprana hora, trantándose además de un día laborable, hace que las calles presenten un aspecto tranquilo y despoblado. Apenas nos cruzamos cinco o seis personas durante nuestro paseo, que nos lleva –pasando ante la Casa de las Muñecas- hasta la Plaza Mayor. La Casa de las Muñecas, que destaca sobremanera por el color añil de su fachada, cumplió en época del rey Carlos V la función de burdel y aunque no es algo que se exhiba con orgullo, los detalles presentes en su fachada así lo atestiguan.
Caminamos alrededor de la Iglesia de San Lorenzo, original del siglo XVI y declarada bien de interés cultural, aunque no podemos visitar su interior ya que se encuentra cerrada. De su exterior destaca la imponente torre de 30 metros de altura, que la hace visible desde casi cualquier parte de la localidad.
Volvemos, atravesando la famosa Calle del Chorrillo, al coche para dirigirnos a visitar el espectáculo natural que da nombre a la población: la Garganta Mayor. Sin duda una de las más impresionantes que vamos a ver durante el día, como podéis comprobar en la primera imagen. Río arriba podemos encontrar otras gargantas como el Charco Calderón o la de Piornal.
Emprendemos la marcha hacia Cuacos de Yuste pero antes de abandonar definitivamente Garganta la Olla nos detenemos en el mirador de la Serrana que nos ofrece una espectacular panorámica.
Nos incorporamos a la carretera comarcal y atravesamos la localidad de Yuste -a la que volveremos por la tarde- camino de Villanueva de la Vera , localidad que tomamos como ‘tope’ para no alejarnos demasiado del plan de visita. Villanueva, y la vecina Valverde, de la Vera son dos poblaciones con claros ejemplos de la arquitectura típica local. Mampostería de piedra, estructuras y balcones de madera junto a paredes encaladas son el denominador común a lo largo de las calles de ambas localidades que con su empedrado consiguen que llevarnos atrás en el tiempo hasta época medieval.
Continuamos nuestro camino por la comarca y atravesamos la localidad de Losar de la Vera , con sus peculiares setos podados con forma de animal. Un trabajo que, sin duda, habría firmado el mísmisimo Johnny Depp en su papel de Eduardo Manostijeras. Junto al pueblo se encuentra otra famosa garganta, la de Cuartos, que merece la pena ser vista y apenas se encuentra a unos metros de la carretera, así que le dedicamos unos minutos antes de proseguir nuestro camino hacia Jarandilla.
El Castillo Palacio de los Condes de Oropesa, lugar de residencia del monarca Carlos I antes de su definitivo traslado a Yuste, es sin duda la joya en cuanto a patrimonio monumental se refiere en esta localidad. Fortaleza original del siglo XV, fue convertido a Parador Nacional en 1996 por lo que se conserva en óptimas condiciones.
Ya es hora de comer y de continuar degustando las delicias extremeñas. Hoy es el turno para las afamadas migas extremeñas y el pisto, que acompañamos de un generosa ensalada mixta. Con el estómago lleno ya podemos continuar con el plan de viaje que nos traslada al Monasterio de Yuste. A pocos metros de éste y a pie de la carretera que lo une a la localidad de Cuacos de Yuste, se encuentra un pequeño cementerio militar alemán.
Sorprendidos por la presencia del memorial en tan recóndito paraje nos adentramos en él y una enorme placa nos desvela el misterio de su presencia:
“En este cementerio de soldados descansan 28 soldados de la Primera Guerra Mundial y 154 de la Segunda Guerra Mundial. Pertenecieron a tripulaciones de aviones que cayeron sobre España, submarinos y otros navíos de la armada hundidos. Algunos de ellos murieron en hospitales españoles a causa de sus heridas. Sus tumbas estaban repartidas por toda España, allí donde el mar los arrojó a tierra, donde cayeron sus aviones o donde murieron. El Volksbund en los años 1980–1983 los reunió en esta última morada inaugurada en presencia del embajador de la República Federal de Alemania en un acto conmemorativo hispano-alemán el 1 de junio de 1983. Recordad a los muertos con profundo respeto y humildad.” |
La presencia de las casi doscientas cruces de granito negro impacta, más si cabe, con el silencio y la paz que se respiran en un entorno en el que prácticamente lo único que se escucha son nuestras pisadas.
Terminada nuestra visita completamos la subida hacia el Monasterio, que a pesar de la temprana hora de la tarde, ya presenta una buena entrada. Como he comentado anteriormente, el Monasterio de Yuste fue lugar de residencia del rey Carlos I en sus últimos años de vida y la imagen que ofrece en la actualidad es fruto de una necesaria reconstrucción tras los destrozos provocados por la Guerra de la Independencia - primero-y el abandono sufrido tras la desamortización de Mendizábal tiempo después.
Entramos en la Casa Palacio tras atravesar los impresionantes jardines y llegar al recibidor que preside un busto del monarca situado bajo el imponente escudo imperial. Desafortunadamente aquí termina el reportaje fotográfico sobre el Monasterio ya que, como suele ser habitual, las fotos no están permitidas en el interior. La visita, que ofrece la posibilidad de ser audioguíada, recorre las diferentes estancias que habitara el monarca así como el original convento jerónimo, compuesto por la iglesia y los claustros (gótico y renacentista).
Concluida la visita hacemos una pequeña parada en el pueblo de Cuacos donde destaca su amplia Plaza Mayor. Allí aprovechamos para hacernos con un poco del tesoro de la comarca, el pimentón, tanto en su variante dulce como picante.
Desde aquí quedan por delante algo más de cien kilómetros y hora y media de camino hasta Cáceres, donde pasaremos las dos próximas noches visitando la ciudad Patrimonio de la Humanidad.