La avenida principal de Oporto está casi desierta a primera hora de la mañana, aún tratándose de un día laborable, y el poco tráfico que permiten las amplias zonas peatonales apenas resulta incómodo. Tomamos varias fotos desde el centro de la plaza y continuamos caminando hasta dar con el monumento a Pedro IV, apodado El Rey Soldado, y cuyo reinado solo duró unos pocos meses.
A pocos pasos de ahí nos encontramos, en la iglesia de San Antonio de los Congregados, con lo que va a ser una tónica a lo largo de nuestra estancia en Oporto, los azulejos. Si Oporto fuera un color, ese sería sin duda el azul que se refleja en cada baldosín. En Sao Bento, en
Merece la pena adentrarse en el vestíbulo principal para contemplar la obra de arte de Jorge Colaço. Pintados a mano en 1916, podemos encontrar representados en ellos sucesos como la llegada del primer tren a Oporto, la conquista de Ceuta por Don Enrique el Navegante, el transporte del vino por el Duero y otras hazañas militares.
Desde la puerta de la estación se puede contemplar
La catedral de Oporto ofrece una imagen de fortaleza y recuerda, o al menos así me lo parece, a
Realizamos la visita interior de la catedral y, aprovechando que vamos bien de tiempo, compramos las entradas para visitar el claustro (de estilo gótico) y
La plaza de la catedral nos ofrece a la salida de nuestra visita unas vistas maravillosas de la esencia de Oporto. Tejados de teja roja, ropa tendida en balcones y ventanas, pequeñas casas de colores ocres y blanco de aspecto descuidado… y el Duero al fondo. Estamos cerca de Cais de Ribera, así que emprendemos el descenso hacia el río por las callejuelas más “auténticas” de la ciudad hasta alcanzar
Reanudamos la marcha para realizar la visita al Palacio de
Con algo de hambre ya y apremiados por el horario portugués (allí se come alrededor de la una), emprendemos camino a Plaza Parada Leitão, junto a
Tras meternos esas pocas calorías entre pecho y espalda es hora de rebajarlas, así que caminamos -dejando la impresionante Iglesia de los Carmelitas a un lado- hacia
Recuperados del esfuerzo realizado nos acercamos a
La majestuosa escalera de madera que se divide en su camino para acceder a la segunda planta del edificio te recibe nada más entrar y te lleva al piso superior donde, además de cientos de libros, puedes contemplar la impresionante vidriera del techo con el lema Decus in labore. De vuelta a la planta inferior, podemos comprobar como en sus suelos de parquet todavía se mantienen los raíles que guiaban la vagoneta que se usaba para reponer los estantes. Una obra de arte de más de cien años de historia. Como recuerdo nos llevamos un libro de cocina portuguesa, para hacer nuestros pinitos en casa, y volvemos a emprender el trayecto matutino hacía Cais de Ribera. ¡Nos vamos de crucero!
La tarde empieza a escaparse cuando volvemos a alcanzar
De vuelta a tierra, recorremos las pequeñas tiendas de Cais de Ribera camino del puente Don Luis I. La tarde comienza a caer pero todavía quedan horas hasta la cena, así que aprovechamos para cruzar a Vilanova de Gaia, cuna del afamado vino de Oporto, y visitar una de las numerosas bodegas que ofertan visitas. Por proximidad y horario, nos decidimos por las bodegas Calem. A lo largo de la visita nos explican el lento proceso que lleva a las uvas del norte de Portugal a convertirse en uno de los mejores vinos de la península. Finalizamos las explicaciones con una pequeña degustación en sus bodegas, y como no, decidimos traer una parte de ellas a casa.
Cuando salimos la noche ya ha caído sobre la capital portuense y la iluminación de la ribera multiplica la belleza de todo cuanto habíamos visto durante el día. Paseamos tranquilamente mientras decidimos entre cenar aquí o volver al centro. Finalmente gana la segunda opción y tras una obligada parada en nuestro hotel buscamos algún lugar donde cenar en una casi desierta Avenida dos Aliados. La verdad es que apenas se nota diferencia entre la foto diurna y la nocturna más allá de que el sol ya no esté presente.
Una vez finalizada la cena, emprendemos el camino de vuelta al hotel. Ha sido un día duro y las fuerzas flaquean, pero todavía hay una parada obligada antes de ir a la cama, el Café Majestic.
El Majestic ha visto pasar -a lo largo de su dilatada historia- todo tipo de personalidades por sus mesas, desde políticos a intelectuales pasando por artistas y otras grandes personalidades. Como curiosidad, decir que la famosa creadora de Harry Potter pasó las horas muertas en sus mesas (quien sabe si fabulando después de visitar
Dejamos atrás las puertas del Majestic pensando en lo bien que vamos a agarrar la cama. Solo llevamos un día en Portugal, pero lo hemos vivido intensamente. Mañana es día de carretera y Lisboa espera al final del camino.